Las sufragistas

Las sufragistas*

1er voto de la mujer 1927

 

*Este es un relato presentado en Chile en un concurso literario sobre un hecho real ocurrido en 1927 en el interior de Urugauy que reclamaba el derecho de votar las mujeres y que abrió puertas para otras mujeres en Latinoamérica al respecto. En el concurso se presentaron 376 relatos y se seleccionaron 51, entre estos últimos esta el de Las Sufragistas, formando parte de un libro colectivo a publicarse desde el 10 de marzo de 2025 en Amazón. Las imágenes se incorporan en esta publicación para dar cuenta del hecho. 

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Las mujeres para hablar del tema lo hacían en silencio, con señas y a escondidas. Para los hombres había sido un derecho a voces desde siempre; pero para la doméstica Rita Ribeira y aquel grupo desordenado de mujeres fuertes de tres distritos vecinos, el sólo hecho de pensar que al día siguiente ¡iban a poner en práctica parte de sus derechos! se les dibujaba una mueca de alegría en la mayoría de aquellos rostros curtidos.

Varias reuniones lo habían hecho posible, algunas en casa de vecinas y otras en las de las señoras dueñas de estancias que se acoplaron en la lucha descarnada por conquistar también los derechos cívicos de las mujeres uruguayas porque los hombres sin disimulo se los negaban. La mayoría de los encuentros se los debían al cura, amén de no meterse en nada por ser asunto de mujeres.

“Pero qué se creen ellos”, gritaba un día la mujer del almacenero “nosotras no sólo servimos para tener hijos y criarlos queremos nuestros derechos, queremos votar”; la costurera sonreía y refunfuñaba entre dientes algo parecido a pesar que su esposo hacía tiempo se había marchado… vaya una a saber a dónde y con quién, pero todas tenían presente que las tareas de la casa habían de cumplirse regularmente, tanto era así que se regían por las campanadas del reloj de la iglesia porque al marcar cada hora había que dar por terminadas determinadas tareas, antes que llegaran los niños y el jefe de familia al hogar.

Aquellas reuniones resultaban un poco caóticas porque no siempre se hablaba del tema convocante, aunque casi todas entendían que era necesario luchar por conquistar sus derechos    -como personas adultas cargadas de responsabilidades cotidianas- pero con pocos derechos reconocidos, les recordaba cada tanto Rita Ribeira.

Las conversaciones de este tipo habían comenzado, sin querer, tiempo atrás en las diferentes actividades que las llamaba la iglesia, a veces una decía una cosa y otras se sumaban y cuando menos lo pensaron acordaron involucrarse en temas que no todas comprendían, pero ¡conseguir votar por primera vez en la historia del país y también de América Latina! Sonaba a gran conquista. La brasilera les decía ¡quién sino somos nosotras, todas juntas, mujeres de pueblo las que debemos pelear por conseguirlo! y pensar que lo concretaremos ¡¡en las próximas elecciones!!” les afirmaba con certeza levantando su voz gruesa que acompañaba del puño cerrado y el brazo extendido por encima de la cabeza para que todas la vieran.

No daba tregua, no dejaba duda alguna que lo conseguirían y aquel público enardecido de mujeres, a veces, se permitían aplausos y festejos desmedidos según donde se realizara la reunión.

Ella era conocedora de muchas de las participantes, si bien no trabajó en todas sus casas, sabía bastante lo que pasaba puertas adentro. Cuidó sus niños, ahora hombres; trabajó a cargo de varias cocinas donde el sabor del hogar se acentúa; y en otras familias le habían pedido que atendiera a sus mayores, y le dio a cada uno lo que necesitaban “valor a sus experiencias”. Así, poco a poco, se fue construyendo un oficio, sobre todo, un ingreso que la sostuviera con cierta dignidad, como establecía la Biblia y todos los santos.

Los encuentros clandestinos los hacían en la habitación que el cura párroco les cedía, algo desconfiaba por el extraño horario de aquellas reuniones; “raro todo esto…” se decía el cura meneando la cabeza y con las manos hundidas dentro del hábito descolorido, no entendía cómo podían salir de sus casas después del mediodía con el sol ardiente sobre sus cabezas... en el interior, en los caminos de los pueblos se descansa a esta hora, pero estas mujeres están deseosas por encontrarse… muy raro. No comprendía a cabalidad el párroco, cuál es el tiempo libre que dejan las tareas domésticas y los cuidados que tienen que hacer las mujeres...

“Sea como fuere, la mayoría de las mujeres de los Distritos de Durazno y Florida situados en la región centro del Uruguay profundo, nos hemos unido muchas veces para programar juntas el éxito que será para todas y cada una de nosotras el poder ampliar los derechos cívicos a todo el género femenino”, expresaba con voz certera la brasilera en la última reunión.

“Lamentamos que a último momento las mujeres de Treinta y Tres estén dudando en presentarse el día de mañana, aún no lo sabemos si será así, pero es lo que se está diciendo a grandes voces para amedrentarnos. Debo decirles que es una lástima que renuncien a un derecho que debe ser para todas las personas, por lo visto se han dejado convencer por otros sin una base ¿ética? o ¿formal? Que les asegura que nunca obtendremos las mujeres el derecho a votar” la realidad hablará por nosotras en el día de mañana, expresó al culminar la reunión (aplausos).

Rita Ribeira había instalado el tema entre ellas, ciertamente, es que se hartó de escuchar a patrones altaneros que ordenaban callar a sus mujeres, no les reconocían ni voz ni voto, apoyados quizás por su construcción socio-cultural-local y familiar en la que muchos y varias generaciones ponían despectivamente en duda si sabrían votar, si acaso tenían idea del para qué les serviría tal capricho impuesto por una morena que ni siquiera había nacido en el país, tantas cosas se dijeron que hoy, un día antes del hito histórico, Ribeira les proponía “omitir recordar”.

Buscaban alcanzar el voto femenino en la elección nacional del Uruguay del año 1927, hecho que generó implementarlo el gobierno nacional a través de un Plebiscito.

La época y la fecha señalada convocaban a participar de aquella elección histórica a las mujeres de tres Distritos equidistantes de la localidad de Cerro Chato, el próximo 3 de julio del año 1927, una locura linda por la que aquellas simples amas de casa, mujeres del campo, domésticas y señoras e hijas de hombres que no creían en tales necesidades de construcción personal igualitaria debían transitar. Pero ellas, sí se trazaron metas para alcanzar el objetivo, habían realizado acciones por intentarlo y estaban eufóricas, aunque internamente nerviosas por no saber si en el día de mañana estarían a la altura de las circunstancias.

Sin embargo, para la brasilera todo estaba claro y ante la duda de cualquiera de nuestras mujeres, debían recordar que siempre se encontrarían próximo al lugar de votación quien las orientase, así que todas listas para lograrlo porque no sólo ellas se destacarían, sino también, Uruguay por ser las primeras mujeres en alcanzar el derecho cívico de votar, en un país que se ha definido republicano, democrático y perteneciente al continente latinoamericano libre.

El Distrito de Treinta y Tres, se ubica un poco más al este de Uruguay, en un lugar estratégico casi sobre la laguna Merín, frontera con Brasil por donde ingresaban personajes oriundos del país norteño como Rita Ribeiro. De niña la había traído una familia local desde el país norteño, para ayudar en el servicio. Ella, una afrodescendiente pobre, con poco y nada de estudios formales, entregada y apartada de su familia biológica por algún dinerillo y con la promesa de cuidarla, se había cumplido.

La promesa de contar con un techo y comida no significaba más que vivir en escasez de ilusiones, hasta que Rita Ribeiro, ya grande, se liberó del yugo de aquella familia al intentar cambiar el futuro carente de sueños por otras realidades. Las vueltas de la vida se desconocen porque un día el grupo de mujeres reunidas tomaron la decisión que ella debía ser la líder del grupo de mujeres porque seremos quienes abriremos las puertas a la igualdad de género, derecho también que alcanzará a las siguientes generaciones de América Latina, conformada por miles de personas y culturas diversas que profesan derechos para todos, y todos, también las incluía a ellas.

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Al día siguiente, la pequeña comunidad de Cerro Chato, se levantó expectante. Pues hombres y las mujeres valientes irían a votar temprano, para quedar libres de la obligación que había regido hasta hoy sólo para el género masculino adulto. Las mujeres también se fueron temprano a ejercer por primera vez su derecho cívico de votar. El diario local publicó que a las 9:00 horas en punto, se abrieron las enormes puertas de madera para dar inicio al hito histórico que unas mujeres tuvieron el coraje de plantearse alcanzar.

La presidente de la mesa de votación, era a la vez, presidente de la Comisión de Damas Pro Anexo de Cerro Chato, y la mesa se conformaba con dos mujeres más. Recibieron a la primera sufragista, Rita Ribeiro; ingresó presurosa con el documento en la mano, sin temblar lo extendió para que corroborasen sus datos y le permitieran ¡¡concretar por primera vez el gran momento de votar!! Era obvio que no había dormido de tanta euforia concentrada.

Le indicaron que debía ir hasta el cuarto oscuro, una habitación contigua donde una gran mesa de madera lucía las listas con los candidatos, sin saber leer, buscó los colores de su divisa y la cara del dirigente que le convencía y lo votó. Sintió alegría, casi se queda sin aire y salió rápidamente de la habitación con luz propia. Introdujo su voto en la caja cerrada que estaba frente a las integrantes de la mesa y una de ellas le devolvió presta su documento. ¡Por fin lo logramos! se dijo por dentro y se retiró del recinto con la sensación de haber ganado esta batalla.

Por primera vez, se alcanzó la votación femenina, por primera vez se había logrado en Cerro Chato, en un contexto hostil de parte de la comunidad que no creían que debían contar las mujeres con tal derecho. Cerro Chato, como se dijo, está en la interjección de tres Distritos Florida, Durazno y Treinta y Tres y aquel 3 de julio de 1927 se habían registrado 383 personas, de las cuales 136 correspondían al voto femenino y Rita Ribeiro quedaría para la historia local por ser la primera mujer inscripta en el registro de votantes. El éxito obtenido en esta jornada, se tradujo políticamente al aprobarse el sufragio femenino en todo el país.

En el mundo y hasta la fecha, también se generan debates en torno a la incidencia de los movimientos sufragistas, donde se reivindica o se pone en tela de juicio el rol de la mujer, la discriminación, la subordinación, la necesidad de igualdad de empleo, la implementación de una ley de cuotas para el acceso en política desde la perspectiva de género, al conocerse la existencia de mecanismos que obstaculizan el acceso de la mujer en espacios de representación política.

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El País de Montevideo, el 6 de julio de 1927

 

El diario de alcance nacional, El País de Montevideo, el 6 de julio de 1927 días después de las elecciones nacionales subtituló el hecho de manera cruel y en desacuerdo con la realidad, denostando a quien dirigía a las mujeres por querer votar, y lo expresó de esta manera:

“Puede considerarse fracasada la aptitud cívica de la mujer uruguaya.”

(…)

“La primera mujer que se inscribió cívicamente en Cerro Chato, en Uruguay y en América Latina, ha sido una vieja morena brasileña que tiene cerca de 90 años, aunque sólo confesó 76 y se llama Rita Ribeira”

(…)

 

Como corolario de las sufragistas: El voto se había conquistado en la Constitución de Uruguay de 1917; se instrumentó a través de un Plebiscito en 1927 para ver si se aprobaba o no. Ante los resultados señalados en la votación de Cerro Chato, se aplicó reglamentar el voto femenino a partir del año 1932, pero sus efectos se lograrían recién a partir de las elecciones nacionales del año 1938. Hecho que sirvió de base para extenderlo por América Latina además de hacer efectiva la igualdad, fraternidad y libertad de todas las personas sin distinción de sexo, nivel socio-económico u otras diferencias que no venían al caso.  

el primer voto de la mujer en cerro chato

“No dudemos porque los sueños acaban cumpliéndose por su propio peso”

 les dijo la brasilera una vez conocida la votación y su resultado.